miércoles, 16 de septiembre de 2015

LA "REVOLUCIÓN LIBERTADORA" : RETORNO AL COLONIAJE. Por Ernesto Jauretche

La "Revolución Libertadora": retorno al coloniaje 

Por Ernesto Jaurteche



















Foto: Arturo Jauretche

En noviembre de 1955, a dos meses del derrocamiento del gobierno peronista, Arturo Jauretche publicó una respuesta al plan económico elaborado por encargo del gobierno de facto de Aramburu y Rojas.
Jauretche destacaba la siguiente afirmación de Raúl Prebisch, consejero económico de los militares golpistas: "Una de las medidas imprescindibles que hay que tomar para que el plan sea exitoso, es el ingreso de la Argentina como país miembro del Fondo Monetario Internacional" (el gobierno peronista había resistido con éxito todas las presiones internacionales y nuestro país no era miembro del FMI). Este ingreso se concretaría en abril de 1956.
Para que ello fuera posible, la llamada Revolución Libertadora había derogado, por un inconcebible decreto, la Constitución de 1949. Además, había dictado el Decreto 4161 que prohibía la sola mención de los nombres de Juan Perón y Eva Perón, el uso de las palabras peronismo y justicialismo y toda la iconografía e imágenes simbólicas del peronismo, proscripto como partido político. Las organizaciones obreras y profesionales, así como las asociaciones empresarias nacionales, habían sido intervenidas y saqueadas; poblaban las cárceles, incluida la de Ushuaia, más de diez mil dirigentes políticos y sindicales; las humillaciones, torturas y persecuciones, los fusilamientos legales e ilegales, de los representantes de toda manifestación política vinculada a lo que llamaron "la dictadura sangrienta de Perón" inauguraban la vigencia del terrorismo de estado.
Jauretche, en un texto lamentablemente profético, advirtió cuáles iban a ser las consecuencias de la política económica impuesta por la dictadura así como del ingreso de Argentina al FMI. Bajo el subtítulo "¿Hacia dónde vamos?", afirmaba Jauretche:

...El plan Prebisch significará la transferencia de una parte sustancial de nuestra riqueza y de nuestra renta hacia las tierras de ultramar. Los argentinos reduciremos el consumo, en virtud de la elevación del costo de vida y del auge de la desocupación. De esta manera, no solamente aumentarán nuestros saldos exportables, sino que serán más baratos, lo que será aprovechado por el consumidor extranjero que ensanchará su cinturón a medida que nosotros lo vayamos achicando.
La mayor parte de nuestra industria, que se sustentaba en el fuerte poder de compra de las masas populares, no tardará en entrar en liquidación.
Los argentinos apenas si tendremos para pagarnos la comida de todos los días.
Y cuando las industrias se liquiden y comience la desocupación, entonces habrá muchos que no tendrán ni para pagarse esa comida.
Será el momento de la crisis deliberada y conscientemente provocada...
Los productores agrarios, que en un momento verán mejorar su situación, no tardarán en caer en las ávidas fauces de los intermediarios y de los consorcios de exportación, que muy pronto absorberán el beneficio de los nuevos precios oficiales. Para ese entonces, ya no existirá el I.A.P.I. ni habrá defensa posible...
Exportaremos más pero percibiremos menos por esas exportaciones en razón de la caída de nuestros precios como efecto directo de la reforma cambiaria.
Luego, a medida que se destruya el sistema de comercio bilateral y quedemos sujetos al patrón de una única moneda de cambio internacional, tendremos que comenzar a ceder a la presión del ‘único comprador’.
Llegado ese momento, no habrá más remedio que aceptar sus imposiciones, porque estará cerrada toda otra posibilidad.
Se cumplirá así una clara sentencia de Prebisch: ‘las economías débiles no colaboran, se subordinan fatalmente’...
Y completará esta apreciación de 1955, que 50 años después será cruenta realidad:

Mientras tanto nos iremos hipotecando con el fin de permitir que falsos inversores de capital puedan remitir sus beneficios al exterior. Y como nuestra balanza de pagos será deficitaria, en razón de la caída de nuestros precios y de la carga de las remesas al exterior, no habrá entonces más remedio que contraer nuevas deudas e hipotecar definitivamente nuestro porvenir.
Llegará entonces el momento de afrontar las dificultades mediante la enajenación de nuestros propios bienes, como los ferrocarriles, la flota o las usinas.
Poco a poco se irá reconstruyendo el estatuto del coloniaje, reduciendo a nuestro pueblo a la miseria, frustrando los grandes ideales nacionales y humillándonos en las condiciones de país satélite...
Sólo aspiro a que el lector, superando toda bandería y todo sectarismo, se aboque a la verificación de las cifras y de los hechos consignados. Que no se deje encandilar por los fuegos artificiales de los hombres ‘magos’ de esas creaciones míticas con que los imperialismos pretenden explotar la ingenuidad de los pueblos jóvenes.

Pocos años más tarde, Jauretche responderá al ministro de Economía Alvaro Alsogaray, que planteaba la cuestión entre "dirigismo" y "libreempresismo":

El dirigismo tiene el sentido que le da el que dirige, y siempre hay dirigismo. Sólo que se llama dirigismo cuando dirige el Estado y libertad económica cuando dirigen los grupos monopolistas particulares, que en los países coloniales o semicoloniales no son muy particulares, porque a su vez están dirigidos por la política del imperio predominante.

Y se refirió en estos términos a las medidas adoptadas por Alsogaray en la línea de privatizar la banca pública:

El que tiene la dirección de la banca tiene en sus manos el factor más eficiente de desarrollo del país o de retraso; si los bancos están orientados por la sociedad, responderán a los intereses de esa sociedad, y promoverán las actividades que a ella le convienen. Si están orientados por los intereses privados, promoverán el estacionamiento del país en la esfera exclusiva de esos intereses privados. Y en un país colonial, donde los más poderosos intereses privados están regidos por la política de los consorcios extranjeros, la acción de la banca se dirigirá precisamente a mantener las condiciones coloniales...
El que maneja el crédito maneja más la moneda que el que la emite... El que maneja el crédito maneja más el comercio de exportación e importación que el que compra y el que vende... estimula determinadas formas de producción y debilita otras; establece qué es lo que se ha de producir y que es lo que no; determina lo que puede y lo que no puede llegar al mercado con facilidades de venta, y maneja por consecuencia el consumo. El que maneja el crédito crea moneda de pago y poder adquisitivo... decide qué se produce en el país y qué no se produce, quién lo produce, cómo lo produce, cómo lo vende y cómo lo acapara, adónde lo exporta y en qué condiciones; determina las condiciones de la plaza, incide en la bolsa, todo, en una palabra.
El secreto de la prosperidad o la decadencia, del desarrollo o del atraso, está en gran manera en los bancos. Las disposiciones jurídicas, las leyes de promoción, la organización de los negocios, no son más que la anatomía de la sociedad económica. El mismo transporte es también anatomía. Pero el dinero es la fisiología de una sociedad comercialista. Es la sangre que circula dentro de ella, y el precio del dinero, su abundancia o escasez, está determinado por el sistema bancario....
Pero el dinero de los bancos no es de los bancos. Es de la sociedad toda que allí lo deposita, y de allí sale multiplicado en forma de préstamo...
Así, si crear moneda es una función del Estado, que éste debe vigilar cuidadosamente para adecuarlo a las condiciones del mercado, no es explicable que se pretenda que crear crédito, que es crear mucha más moneda, es actividad privada. Destruir la nacionalización de la banca fue y es un objetivo fundamental de los cipayos.

Ante la política de promoción a las exportaciones agropecuarias en detrimento del mercado interno y la manufactura impulsado por los gobiernos posperonistas, dirá más adelante:

La diversificación y la industrialización en el mercado interno levantan el nivel de vida, al ofrecer trabajo abundante y remunerado. No sólo son precursores de la expansión hacia otros rumbos del comercio internacional, competencia, sino que convierten al país productor en un mercado propio competidor del metropolitano, tanto porque el alza del nivel de vida, como consecuencia del mayor poder adquisitivo de la población la hace consumidora y por consecuencia competidora del tradicional, como porque alza los costos que el país dominante trata de mantener bajos. País de pocos patrones y "peones de pata al suelo" es lo que Alsogaray quiere.
Una población rica implica una fuerte demanda interna, y sobre la base de esa demanda interna se crean nuevas formas de producción, que se desarrolla a expensas del mercado interno hasta que han adquirido su plena capacidad, y están en condiciones de salir a la conquista de otros mercados. La subversión de las ideas básicas explica que se haga necesario desarrollar estos conceptos elementales.

Por fin, Jauretche hacía también una alusión a su método:

Habrá en esto redundancia como en todos mis trabajos, pero conviene no olvidar que persigo un fin didáctico, por lo que hay que caer y volver a caer sobre lo mismo para compensar, con la reiteración, el ocultamiento de las verdades que se dicen, de que se ocupa el mecanismo de la publicidad, que a falta de elementos de convicción utiliza su difusión masiva y continuada para la deformación del pensamiento argentino, cultivando memorias y olvidos maliciosos.

Y rematará su anatema publicado bajo el título "Retorno al coloniaje", con una impresionante exhortación:

Bajo el falso pretexto de una crisis económica sin precedentes, está por consumarse la gran estafa a los intereses y a las aspiraciones de la nacionalidad. Ha llegado la hora en que, por encima de los transitorios rencores internos, cada argentino asuma la responsabilidad que le compete...

En la reforma económica está el secreto de nuestro porvenir libre o esclavo, del bienestar o de las penurias de los argentinos y del juicio definitivo que la historia formulará sobre los hombres y las instituciones que asumieron la responsabilidad de mandar en esta tierra.

QUE VOTARON LOS CAÑONES, EL 16 DE SEPTIEMBRE DE 1955.

Qué votaron los cañones el 16 de septiembre de 1955
Por José Luis Di Lorenzo















El proyecto de país que se destruyó a sangre y fuego era el de distribuir para crecer, el de la visión política espacial, el del pleno empleo como garante del mayor nivel salarial, el de la integración latinoamericana.
La década del ‘45 fue precedida por la primera década infame, la del treinta, en la que el conservadurismo terrateniente se apropió del poder mediante el fraude y gobernó el país oligárquicamente en sociedad explícita con Gran Bretaña.
Es el coronel Perón quien, desde el Departamento Nacional del Trabajo, luego Secretaría, inaugura una nueva institucionalidad que incorporó a los trabajadores, quienes de ese modo dejaron de hacer política contra el Estado para pasar a hacerla con el Estado.
Desde el 2 de diciembre de 1943 se concretan las primeras e importantes medidas laborales y sociales: se crea el fuero laboral para resolver conflictos que antes debían solucionarse en forma privada; se otorgan aumentos salariales por decreto; se crea el sueldo anual complementario; se celebran convenios colectivos de trabajo bajo la tutela del Estado, se dictan 111 leyes laborales, todo hasta 1945.
La Argentina de por entonces cuestionaba lo que se dio en denominar la "democracia formal", fundada en el fraude electoral y en los pactos de cúpula entre políticos conservadores y radicales, condenando escandalosos negociados ocurridos en la época que los involucraban, como el de la Chade y el de los terrenos de El Palomar.
Si bien los precios mayoristas habían aumentado un 65,5 por ciento entre 1938 y 1945 y el salario real apenas un 12,3 por ciento, el inicio del reconocimiento a los derechos de los trabajadores por el gobierno del general Edelmiro J. Farrell preocupó a los hasta entonces dueños del poder. Trescientas diecinueve entidades patronales dieron a conocer el "Manifiesto del Comercio y la Industria" por el que protestaban contra la nueva legislación laboral del gobierno. Esta proclama del 16 de junio de 1945 fue suscripta por la Cámara Argentina de Comercio, la Industria y la Producción, Bolsas de Cereales, la Cámara de Grandes Tiendas y la Cámara de Exportadores, a las que un día después adhirieron la Sociedad Rural y Confederaciones Rurales Argentinas, agregando su reclamo contra el que consideraban el abusivo "Estatuto del Peón".

Aquella Argentina, la de la Segunda Guerra Mundial, estaba dividida en aliadófilos y germanófilos. Una coalición integrada por socialistas, comunistas, conservadores, radicales y demócratas progresistas, en septiembre de 1945, expresa su enfrentamiento a las políticas que tildan de nazi-fascistas mediante la marcha de "la Constitución y la Libertad", que simbólicamente es encabezada por el embajador norteamericano Spruille Braden. Convocadas las elecciones nacionales, el 24 de febrero de 1946 la fórmula Perón-Quijano obtiene el 56 por ciento de los votos venciendo a la de la Unión Democrática que postulaba a Tamborini-Mosca y representaba a los partidos de la coalición "democrática".
Transcurridos los primeros seis años de gobierno, en 1951, el presidente Perón plebiscita su gestión, logra 4.580.000 votos contra 2.300.000 de la Unión Cívica Radical. El sesenta y seis por ciento de los argentinos lo respaldan.
Sin embargo, los "demócratas", argumentando que intentaban asesinar a Perón, ametrallan y bombardean al pueblo en la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 para luego derrocar al gobierno popular y constitucional mediante el golpe militar de septiembre de 1955. Casualmente en las mismas fechas pero diez años después del "Manifiesto del comercio y la industria", y de "La marcha de la Constitución y la Libertad".
Qué tenían que destruir
En la década de 1945-1955 se sentaron las bases del Proyecto de la Justicia Social, proyecto de país truncado autoritariamente, cuyos pilares constitutivos son la soberanía política, la independencia económica, y la justicia social. La idea dominante es la de pasar de la política representativa a la participativa, construyendo la comunidad organizada como visión superadora del agotado modelo de la partidocracia liberal. Modificando la legitimidad formal expresada en aquello de que "el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes", por la construcción de una nueva legitimidad, la real, en la que "la verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el Pueblo quiere y defiende un solo interés: el del Pueblo. El Gobierno es del Pueblo para el Pueblo –agrega– cuando es realmente ejercido por el Pueblo, condición que sólo puede realizar un Pueblo que posee conciencia, organización y personalidad social".
En lo económico, el justicialismo plantea la economía social, que es aquella que pone el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social. Se trata de una filosofía de vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista, que procura realizar el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad. Doctrina social que realiza la justicia social dando a cada persona su derecho en función social. El eje central de la nueva concepción es la armonía: nadie se realiza en una comunidad que no se realiza.
El peronismo asume el agotamiento del proyecto agroexportador impulsando la industrialización. Modifica la estructura económica del país, cancela la deuda externa originada en el gobierno de Bernardino Rivadavia, nacionaliza los servicios públicos, regula los precios y salarios, universaliza la previsión social y la salud pública, califica y también universaliza la educación cuya currícula es el nuevo proyecto de país, genera una fuerte redistribución del ingreso hacia los más postergados, haciendo realidad aquello de que donde hay una necesidad hay un derecho.
Las conquistas sociales son institucionalizadas en la Constitución de 1949, que lleva a la cúspide de la pirámide normativa otra Argentina, la productiva, con empleo, salarios justos, protección a la niñez y la ancianidad, acceso a la salud, a la educación, a la vivienda, dueña de sus recursos naturales y de sus servicios públicos. El trámite y derogación de facto de esa norma constitucional resulta un caso ejemplar de cómo el cuestionamiento formal fue funcional a que se nos quitaran importantísimos derechos a todos los argentinos.
Durante su trámite, los opositores a la reforma constitucional cuestionaron el quórum para la votación (si dos tercios del Congreso o dos tercios de los presentes), crítica que terminó siendo la justificación confesa de su posterior derogación por el golpe de Estado de 1955, de la que los mismos "demócratas" de la Unión Democrática, que se oponían porque habían perdido poder político y visto afectados sus intereses económicos, participaron activamente. El trasfondo y la realidad era que la oligarquía no podía admitir que se consolidaran constitucionalmente los derechos sociales conquistados por el Pueblo.
Para no discutir obviedades, basta constatar qué paso con nuestros niños, con la educación, con la salud pública, con los mayores, con las jubilaciones, con el empleo, con la vivienda, con el nivel de los salarios, con los recursos naturales, con los servicios públicos, con el endeudamiento externo, con la soberanía política, con la independencia económica. Lo que querían y lograron era quedarse con lo que nos corresponde a casi tres tercios de los argentinos.
El proyecto de país que se destruyó a sangre y fuego era el de distribuir para crecer, el de la visión política espacial, el del pleno empleo como garante del mayor nivel salarial, el de la integración latinoamericana, el de hospitales públicos que garantizaban que la salud no fuera un negocio para pocos, el de la Universidad Obrera, el de la ciencia y tecnología pueblocéntrica, el de la integración de nuestro interior, el de la planificación y sus dos planes quinquenales, el que llevó a más del 50 por ciento de la riqueza la participación de los asalariados, el que mientras se construía el nuevo país socorría con la transitoria e indispensable ayuda social, el de la solidaridad con los pueblos hambreados, el que donó trigo y carnes a la Europa devastada. Demasiado para los mercaderes que sentían que demagógicamente se estaba repartiendo lo que por un supuesto derecho natural les correspondía solamente a ellos.
Un dato es irrefutable, al justicialismo había que derrotarlo por las armas porque tenía ganado el corazón y reconocimiento de la gran mayoría del pueblo. Lo que ocurrió en 1955 y en 1976 también. No se debe olvidar que el golpe de 1955 tuvo un cauce, que motorizó el odio y la división de los argentinos. Camino que transitó falacias, sofismas, blasfemias. Se apelo a Santo Tomás de Aquino y el tiranicidio para justificar el quiebre de la voluntad popular ametrallando al pueblo en aquel junio del ‘55, a levantar la quema de iglesias para ocultar la mutilación y muerte del verdadero templo de Dios, el hombre. A cuestionar por antinacional los acuerdos de 1955 con la Standard Oil que en realidad resentían los intereses petroleros británicos. A difamar a las jovencitas que concurrían a la UES, a demonizar a Perón, a Evita y a los peronistas.
Sin embargo, había objetivos concretos absolutamente emparentados con la Argentina oligarca, la que no bien fue derrocado Perón liquidó el IAPI, liberalizó la economía, privatizó los depósitos bancarios, incorporó a la Argentina a los organismos internacionales de crédito, privatizó las empresas del Estado, decretó la apertura a las inversiones extranjeras, liberó las importaciones, elimino las barreras arancelarias. Sin duda los grandes perjudicados fueron los asalariados a quienes mediante una devaluación del orden del 120 por ciento se les disminuyó su poder de compra y el nivel de participación en la distribución de la riqueza que habían logrado.
Sangre o tiempo
Destruir lo construido fue un objetivo que se mantuvo constante a manos de los "demócratas" realmente germanófilos. Los beneficiarios y partícipes del poder político residual de por entonces se encargaron de silenciar las atrocidades perpetradas contra la democracia. Es más, aún se escucha a quienes fueron comandos civiles horrorizarse cuando manifestantes orinan en la Plaza de Mayo, pero nada dicen ni dijeron de quienes bombardearon ese lugar donde nació la Patria.
No sólo se trató de balas, asesinato, muerte. Hasta nuestros días llega la discusión de que Perón huyó, que no tuvo valor para enfrentar la sedición, que si Evita viviera... Lo que no quieren ver ni admitir es que hubo una decisión clara, no acompañar un baño de sangre entre argentinos, evitando que eventualmente los jacobinos de la libertad, autodenominados libertadores, dividieran a la Argentina en dos, quedándose con el sur petrolero en alianza con Gran Bretaña.
Cincuenta años después de que nos privaron de la libertad en nombre de su defensa, de quienes fueron inmisericordes "en nombre de Dios", de quienes decían defender la Fe y demostraron ser los mercaderes que se apoderaron del templo, es importante tener memoria, y aunque el pueblo sí perdona, no debe olvidar.
El bombardeo a la Plaza de Mayo, el golpe de 1955, el golpe de 1976, el autoritarismo fueron instrumentos del egoísmo de unos pocos que se creen los mejores, superiores, los predestinados, cuando solamente defienden sus propios intereses y las posiciones logradas. Es necesario revisar la historia para no tropezar con la misma piedra, porque aquellos que lo único que quieren es atesorar despreciando al que no tiene porque consideran que es lo que se merece, han quebrado la voluntad comprando y cooptando voluntades, disciplinándonos –o intentando hacerlo– mediante la exclusión y por la necesidad de sobrevivencia, y, aunque con otros ropajes, el ‘55 sigue presente.
Aquella barbarie les costó a los trabajadores algo más de cinco billones de pesos, que dejaron de disponer para mantener su nivel de vida, a lo que se le debe sumar el costo de su salud prepaga, de educar privadamente a sus hijos, de los servicios que si bien son públicos son un pingüe negocio privado. Riqueza que no se perdió, simplemente paso al bolsillo de los pocos que alentaron y alientan conculcar los derechos ciudadanos.
Nuestro pueblo ya ha puesto su sangre, 50 años después es tiempo de remediar lo social reconociendo la verdad histórica y asumiendo que todo proyecto inconcluso llama, reclama. El proyecto que nos arrebataron y sigue pendiente es el de la Justicia Social, necesario para volver a armonizar.

16 de septiembre de 1955: Golpe de Estado – REVOLUCIÓN FUSILADORA

El 16 de septiembre de 1955, un golpe de Estado terminó con el gobierno democrático encabezado por el general Juan Domingo Perón.
El ataque al gobierno legítimo se llamó a sí mismo, paradójicamente,  “revolución libertadora” y fue el primero de una serie de dictaduras cívico-militares que vivimos, los argentinos, durante muchos años

El 18 de septiembre la Escuadra de Mar, a cargo del almirante Isaac Rojas, llegó a la altura de Pontón Escalada y lanzó su ultimátum: si Perón no renunciaba, bombardearían la ciudad de Buenos Aires y la destilería de petróleo de La Plata. Para demostrar que su decisión era definitiva, ordenó el bombardeo de la destilería de Mar del Plata, destruyéndola.

El general Perón, Presidente de la Nación, ante las amenazas de bombardeo de bienes de la Nación y población civil, ya con el antecedente de los bombardeos en Plaza de Mayo que habían costado tantas vidas inocentes, presentó su renuncia y, al pedir asilo y serle concedido, se trasladó a la cañonera “Paraguay”. No volvería a su Patria por casi dieciocho años.

El gobierno de facto tomó medidas drásticas:
  • Disolución del Congreso
  • Intervención de los gobiernos provinciales
  • Intervención de la CGT
  • Intervención de la Universidad
  • Disolución del Partido Peronista
  • Cesantía de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia
  • Constitución de la Comisión Nacional Investigadora
  • Secuestro y desaparición del cadáver de Eva Perón
  • Devolución de los depósitos bancarios a la banca privada
  • Liberación de los precios
  • Congelamiento de los salarios
  • Se derogó la Constitución del 49
  • Se sancionó el decreto ley Nº 4161 que prohibía nombrar a Perón y a Evita, utilizar sus fotos, decir “peronismo”, “peronista”, “justicialista”, “tercera posición”, cantar la marcha peronista.
  • Se encarceló a los diputados y senadores que habían aprobado los Planes Quinquenales por “traición a la Patria”.
  • Se llegó a fusilar a 33 hombres, civiles y militares, que al mando del general Juan José Valle habían intentado un golpe revolucionario con el fin de restituir la democracia.
  • Se expuso el guardarropas de Evita en la Residencia Presidencial
  • Se destruyeron los monumentos, estatuas, libros, revistas que tuvieran referencia a Perón o a Evita.
  • Se liquidó el IAPI
  • Se cerró la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón
  • Se devaluó el peso
  • Se produjo el ingreso al Fondo Monetario Internacional
  • Se tomaron empréstitos que dieron comienzo a la deuda externa

Con respecto a nuestro país, la consecuencia del golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955 fue que se pasó de un gobierno progresista que había logrado una verdadera revolución sin sangre, sin deuda externa, con pleno empleo, con una industria pujante, con la participación de los trabajadores en el 50% del Producto Bruto Interno a un país endeudado, dependiente, devaluado; se truncaron todas las posibilidades de desarrollo, la desocupación fue creciente, con una vuelta atrás en lo que hacía a los derechos sociales.
En nombre de la libertad solamente restauraron sus privilegios.

Con respecto al Peronismo, el gobierno de facto intentó por todos los medios, aterrorizando, encarcelando y asesinando, acabar con el Movimiento y con el recuerdo amoroso de Perón y de Evita.
No lo lograron, fracasaron, tanto en su gestión de gobierno como en su intento de terminar con el Peronismo.
El Peronismo, en sus más diferentes manifestaciones, siguió adelante como un Movimiento lleno de vida, de fuerza, tumultuoso, abarcador, generoso, con las manos abiertas para perdonar, con una inmensa vocación de unidad.

Quizás el mayor éxito de la autotitulada “revolución libertadora” haya sido plantar el germen para los golpes de Estado del 66 y del 76, comenzar con las desapariciones de personas y enseñar el terrorismo de Estado con el ejemplo.

Hoy, a 60 años de esa noche negra, en nombre de Perón, seguimos ganando las elecciones, el pueblo argentino sigue siendo mayoritariamente peronista a pesar de lo que nos han hecho, lástima que el General no esté con nosotros para verlo. Mal que les pese, el Peronismo sigue vivito y coleando, y goza de la mejor salud.

A 60 años de la Revolución Fusiladora, decimos una y mil veces:

¡VIVA PERÓN!
LORENZO A. PEPE
Diputado de la Nación (m.c.)
Secretario General
Ad-Honorem

EL IMPERIO BRITÁNICO,LA MASONERÍA,Y LA REVOLUCIÓN FUSILADORA, EN EL GOLPE DE ESTADO DEL 55 CONTRA PERON Y LA PATRIA.

EL IMPERIO BRITÁNICO,LA MASONERÍA,Y LA REVOLUCIÓN FUSILADORA,EN EL  GOLPE DE ESTADO
DEL 55 CONTRA PERON Y LA PATRIA.























EL TEXTO COMPLETO DEL AUTOR



El 14 de noviembre de 1955 [1] el interventor del diario “El Líder”, capitán de navío Patrón Laplacette [2], recibió la visita de dos periodistas norteamericanos que invocaban la representación de las revistas Time y Life. Los periodistas norteamericanos tienen un aplomo y una desenvoltura tan despreocupada para afrontar las situaciones, que por lo menos parecen llevar en sus bolsillos un par de bombas atómicas [3].
El capitán Patrón Laplacette hizo servir buen whisky escocés e invitó a la reunión al jefe y al secretario de redacción, doctor Aldo Paciello, Víctor Álvarez y al redactor Enrique Portillo [4]. Desde las rendijas de la puerta escuchaban otros redactores curiosos. Los periodistas norteamericanos contaron que para pulsar el ambiente habían residido durante 15 días en Avellaneda, disfrazados de marinos mercantes desertores. Aseguraron terminantemente que el elemento obrero de las zonas fabriles del sur estaba decididamente en contra de la revolución. De pronto, súbitamente lo abordaron al capitán Patrón Laplacette con una pregunta intempestiva e inesperada.
- “Dígame, capitán -preguntó uno de ellos-, ¿usted es masón o francmasón?”Laplacette se crispó
- “Yo soy católico, apostólico, romano” dijo, con tono de protesta
[5].
El americano hizo un gesto vago. Quizá quiso decir: “Ya sabemos que esos términos no son forzosamente excluyentes ni obligadamente antagónicos” [6]. El gesto quería decir muchas cosas, pero lo que realmente dijo el americano fue:
“ Oh, no tiene importancia. Mañana preguntaremos a Washington. Allí están todos afiliados. ”
[7]
Los tres periodistas criollos reprimieron un gesto de asombro. Los servicios informativos de la Marina de EE.UU. demostraban ser de una eficacia sorprendente. El whisky era de muy buena marca, y un generoso trago fue el punto final del regocijado asombro de los redactores de “El Líder”. El colega norteamericano mantenía embretado al marino, que los tenía acorralados a ellos con sus ametralladoras.
Junto con el whisky los redactores de “El Líder” se relamían de placer en este inesperado desquite. Uno de los norteamericanos quiso conocer las causas que a juicio del marino argentino habían provocado la revolución. Patrón Laplacette habló un largo rato sobre la vocación democrática del pueblo argentino, sobre los excesos de la tiranía derrocada, sobre la eliminación de la libertad de prensa y de reunión, y terminó diciendo:
- “Esta es la rebelión del pueblo argentino”.


Uno de los americanos trasegó a su estómago casi un vaso entero de whisky. Hizo un gesto de satisfacción. Puso su vaso en un plato y como si la perorata de Patrón Laplacette le hubiera disgustado, afirmó:

- “Para nosotros la cosa es más simple. Este es un desembarco británico. Ellos proporcionaron las espoletas y el petróleo [8] y se los van a hacer pagar muy caro. Las bombas que cayeron en Plaza de Mayo eran de fabricación británica.” [9]. Y sin pausa alguna, preguntó:

- “¿Porqué no han publicado el contenido de los alambres magnéticos del doctor(Oscar) Alende?”
La pregunta sorprendió al capitán Patrón Laplacette, quien sólo atinó a repetir lo que ya era de conocimiento público.
- “Se extraviaron.” - dijo, como explicación.
- “Pero nosotros dimos una nueva copia.” - insistió el norteamericano.
- “No sé… Creo que volvieron a perderse…Yo no estoy en ese asunto.” -arguyó, desconcertado, Patrón Laplacette.
El norteamericano tomó un vaso y antes de ingerírselo, a modo de punto final, dijo:
- “Podemos enviarles otras copias, si lo desean. Los originales de esos alambres están en Washington. Ellos forman parte – una parte importante - de la prueba de la intervención de Gran Bretaña en los asuntos argentinos.” (Raúl Scalabrini Ortiz en la revista “Qué”, el 18 de junio de 1957)

El entonces diputado radical Oscar Alende había denunciado en el Congreso Nacional, en agosto de 1955 [10], que la flota británica proveniente de Malvinas reabasteció en aguas de la Patagonia a la buques de la Armada argentina que luego participarían en la rebelión del 16 de septiembre de 1955 [11]. Concretamente, en la sesión del 10 de ese mes se logró establecer con precisión que el encuentro tuvo lugar cerca de Puerto Madryn a finales de julio.
Con una ayudita de los “amigos.”

De acuerdo con esto, el historiador Fermín Chávez sostiene que Alende, por su parte, tratando de refutar los dichos de Lucero (diputado justicialista) sobre la inactividad de la flota durante tres días (a causa del temporal que se desató el 25 de julio), sostuvo que ello no contradecía “el hecho de que naves extranjeras merodearan en la vecindad de las naves argentinas.” [12]
Afirmó que el SIN tenía las pruebas y que lo único que hacía falta era un grabador: “Hay una versión fotoeléctrica captada en Puerto Belgrano y en la misma ciudad de Buenos Aires, que pudo escucharse durante tres días; y transmisiones radiales que fueron grabadas y elevadas a la superioridad en el Ministerio de Marina.” Según Alende, empezaron el 25 y fueron grabadas el 27 de julio, y se trataba de una fuente “que no podía estar a más de 200 millas de la costa” (Perón y el peronismo).
El 11 de febrero de 1995 un cable de la agencia noticiosa DyN revelaba que, según el libro “EEUU y el peronismo” de Mario Rapoport y Claudio Spiguel, el Foreign Office británico, y no el Departamento de Estado, estuvo sponsoreando [13] la Revolución Libertadora:“Rapoport y Spieguel recuerdan que luego del golpe de septiembre de 1955, el embajador británico en Argentina no podía ser más ilustrativo, pues en un informe a su gobierno escribió que había caído un sistema “esencialmente gangsteril” cuyo objetivo “fue el poder personal y el engrandecimiento y enriquecimiento del dictador y sus sostenedores.”
En cambio, a partir de la visita del presidente norteamericano Eisenhower a la Argentina entre el 18 y el 20 de julio de 1953, el Departamento de Estado había comenzado a aplicar con el peronismo la política de la “correcta amistad”. Desde entonces, la administración norteamericana facilitó la concesión de créditos y la radicación de industrias”. (El acuerdo de la California, donde Inglaterra quedaba afuera del negocio petrolero, se avecinaba a otro Irán)
Como se ve, el viejo león británico en aparente decadencia [14] no se resignó simplemente a ser desplazado por su aliado y competidor estadounidense, de una región donde había sentado precedente por más de un siglo.
Conclusión
Hoy 23 de Septiembre de 2007, los diarios de Buenos Aires nos hacen saber, del interés Británico por incrementar o ampliar la zona de exclusión en el Atlántico Sur [15], hace poco días el Presidente del Banco Central, habló mal de su país ante la Patronal Británica, demostrando ser un digno descendiente de los fundadores del emblemático Banco Central, el que no pudieron construir en la India los Ingleses... Todo esto acaece ante una Argentina totalmente desarmada en lo material y espiritual, una Argentina que esta sola y Espera... la dejen de Colonizar.
FERNANDO PAOLELLA
Jefe de Redacción
Periódico “Tribuna de periodistas”

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Soberanía financiera como requisito previo para la soberanía política y la regeneración cultural.

Soberanía financiera como requisito previo para la soberanía política y la regeneración cultural

KERRY BOLTONpor Kerry Bolton* – A menos que un Estado-nación tenga el control sobre su propio sistema bancario y financiero, hablar de soberanía nacional, tanto por parte de algún movimiento como por el gobierno, es algo vacío. Aunque el sector bancario hoy es algo evitado por muchos movimientos y pensadores como si se tratase de un tema fuera del dominio de preocupaciones, tanto por la izquierda como por la derecha. De hecho, la izquierda rara vez toca el asunto y sigue negándose a hacerlo, contentándose con lemas banales sobre los impuestos y la nacionalización de propiedades. Como el movimiento socialista ha demostrado, la nacionalización significa poco, y a menudo nada, en lo que respecta a garantizar la soberanía financiera y, consecuentemente, la política. Con frecuencia el llamado “banco estatal”, como el Banco de la Reserva de Nueva Zelanda o el Banco de Inglaterra, y muchos otros, dan la apariencia de soberanía financiera. En realidad no significan nada de eso. Un banco estatal como esos que son comunes, hace mucho tiempo, en las social-democracias, sirve meramente como medio por el cual el Estado pide prestado al sector privado y, normalmente, a los sectores financieros internacionales.
Durante la Gran Depresión los bancos centrales fueron promovidos como una panacea para los altibajos y para garantizar la estabilidad económica y financiera. Mientras Paul Warburg, de la dinastía bancaria internacional Warburg, había redactado previamente el proyecto de ley de la Reserva Federal de los Estados Unidos, que fue promovida como “banco estatal” a principios de la década de los 30 del s.XX, Otto Niemeyer, del Banco de Inglaterra, recorrió el Imperio Inglés promoviendo la idea de los bancos estatales como el Banco de Inglaterra. Estos estarían basados en los titulares de bonos privados. En Nueva Zelanda, el Banco de la Reserva fue creado en 1933. Este banco, al igual que todos los bancos centrales de esta especie, sin embargo, simplemente sirvió como un medio del estado para tomar préstamos de fuentes privadas. El historiador de Harvard y Georgetown, el Dr. Carroll Quigley, cercano a los círculos de gobierno, afirmó que el propósito de estos bancos centrales era “formar un único sistema financiero a escala internacional que manipulase la cantidad y el flujo del dinero, de modo a poder influir, si no controlar, los gobiernos por un lado y las industrias por el otro” [1].
El diputado Louis T. McFadden, que durante diez años fue presidente del Comité para la Banca y la Moneda del congreso de los EEUU, y que fue banquero él mismo, expuso la naturaleza del Sistema de la Reserva Federal y las operaciones del sistema internacional de la deuda y las finanzas, en sus discursos en el Congreso de los Estados Unidos. En 1932, en la Cámara, dijo McFadden sobre el Banco de la Reserva Federal:
“Esta institución malvada ha empobrecido y arruinado al pueblo de los Estados Unidos, lo ha llevado a la quiebra en sí y prácticamente ha llevado a la bancarrota a nuestro Gobierno. Lo hizo a través de los defectos de la ley bajo la cual opera, a través de la mala administración de esa ley por parte de la Reserva Federal, y a través de las prácticas corruptas de los buitres adinerados que la controlan. Algunas personas piensan que los Bancos de la Reserva Federal son instituciones del gobierno de los Estados Unidos. Son monopolios privados que se aprovechan del pueblo de los estados Unidos para su propio beneficio y el de sus clientes extranjeros, especuladores nacionales y extranjeros, prestamistas ricos y predadores” [2].
La experiencia de Nueva Zelanda
En 1936, el Gobierno laborista de Nueva Zelanda nacionalizó el Banco de la Reserva, compró los títulos de bonos privados e hizo del banco un instrumento de la política estatal. Como se mencionó, la nacionalización en sí misma, sin embargo, significa poco o nada si tal “banco estatal” actúa simplemente como un medio estatal para préstamos de crédito creado de forma privada, y por lo tanto, simplemente sostener la deuda acumulada por el sistema bancario internacional. El primer gobierno laborista de Nueva Zelanda fue elegido principalmente por el asunto del banco. A diferencia de hoy, las masas del pueblo entendieron la cuestiones financieras mucho más profundamente que nuestros actuales académicos y economistas. La Gran Depresión dio impulso a una demanda mundial de la reforma bancaria, antes de la cual hombres prácticos como el Comandante C.H. Douglas en Inglaterra, que formuló la teoría del Crédito Social, y aún antes de él, el inventor Arthur Kitson; Gottfried Feder en Alemania, que hizo una campaña para “romper la esclavitud de interés” [3]; y Silvio Gesell en Austria, habían desarrollado sus ideas sobre la reforma de la banca, que fueron ampliamente aceptadas.
El Gobierno laborista de Nueva Zelanda fue uno de los más exitosos en sus reformas bancarias, sobre todo gracias al icónico político laborista John A. Lee, un veterano de guerra manco, que estaba decidido a mantener las promesas del Partido Laborista a pesar de las tentativas por comprometerlas hechas por fabianos ortodoxos como el Ministro de Hacienda, Walter Nash. Desde 1933, después de la Conferencia del Partido Laborista, el partido adoptó un política por el control total y completo de los “mecanismos financieros de la nación”. Lee señaló que en otros países (Inglaterra y Australia), donde los laboristas habían asumido el poder, éstos habían rehusado tomar tales medidas con respecto a los mecanismos financieros, y sus políticas para hacer frente a la depresión no llegaron a nada [4]. En los nueve puntos sobre finanzas que salieron de la Conferencia del Partido en 1933, el primero exigía el “control inmediato por parte del estado de todo el sistema bancario. El Estado tiene competencia exclusiva en materia de crédito y circulación”. El asunto del crédito se basaría en las necesidades de producción del país [5].
El papel del Banco, establecido en el Artículo 1 de la Ley del Banco de la Reserva, era “regular y controlar el crédito y la moneda de Nueva Zelanda” al “bienestar económico y social de Nueva Zelanda.” El Banco financiaría cualquier préstamo que el gobierno quisiera hacer, y el Tesoro tenía el poder para obtener préstamos del Banco de la Reserva de la cantidad total de los ingresos estimados para el año. El Banco también tenía el control total sobre la propiedad del cambio de la libra esterlina, lo que Lee explica era de “vital importancia” para controlar el “movimiento internacional del capital financiero gánster que puede ocurrir en tiempos de emergencia política”, y que puede “dañar el crédito externo de un país”. La Subsección 3, cláusula 18 de la Ley, dio autoridad al gobierno sobre las operaciones de los bancos comerciales, que debían ser auditadas por el Estado [6].
El éxito de Nueva Zelanda fue el más evidente y duradero en la creación de crédito estatal del Banco de la Reserva, emitido con un interés del 1%, para la financiación del programa de vivienda estatal. Este programa no sólo proporcionaba casas bien construidas en parcelas de un cuarto de acre con rentas bajas, donde las familias acostumbraban a plantar sus propios huertos, y a menudo criar aves de corral, sino que la construcción y el trabajo derivado de este programa proporcionó empleo para el 75% de parados de Nueva Zelanda. Una inyección masiva de crédito estatal en la economía significó que no había deuda acumulada por el Estado o por el pueblo, y que se llevó a cabo también sin causar inflación.
El Banco de la Reserva también emitió crédito estatal con bajas tasas de interés para la industria láctea, y los beneficios obtenidos por el Estado en estos avances fueron trasladados a un Fondo Consolidado centrado en la agricultura [7].
En un documento del Gobierno, State Housing in New Zealand, el proyecto se explica de la siguiente manera:
“Crédito del Banco de la Reserva: para financiar sus propuestas, el Gobierno adoptó el método un tanto inusual de utilizar el crédito del Banco de la Reserva, reconociendo con ello que el factor más importante en el costo de la vivienda es el precio del dinero – el interés es la parte más pesada de una renta ordinaria. El recién creado Departamento (Ministerio de Fomento), por tanto, fue capaz de obtener el uso de fondos a la tasa de interés más baja posible, siendo la tasa del 1% para los primeros 10 millones de libras avanzados, y de uno y medio por ciento en los próximos anticipos. Las cantidades adelantadas por el Banco de la Reserva no fueron suscritas o firmadas por otras instituciones financieras. Esta acción ha dado forma a la intención del Gobierno de demostrar que es posible que el Estado utilice el crédito del país para beneficio del propio país. Esta medida pionera promovida por el gobierno laborista para financiar un gran proyecto estatal en su totalidad con crédito estatal, fue un éxito que no estuvo acompañado por la inflación o por cualquier otro efecto secundario, al contrario de lo que los economistas ortodoxos insistían que ocurriría” [8].
Nueva Zelanda no fue la primera ni la última nación en inaugurar un sistema bancario soberano, aunque duró poco. En Alberta, Canadá, al mismo tiempo, fue elegido el partido del Crédito Social, y a pesar de la obstrucción por parte los tribunales en cada ocasión, emitió “Certificados de Prosperidad” [9]. Antes, un esquema similar había sido intentado en la pequeña ciudad de Woergle, Austria, y al hacerlo la comunidad se deshizo de la pobreza, pero después se vio obligada por el gobierno a interrumpir sus planes, siendo de nuevo arrojada a la miseria [10]. Durante la década de 1930, distintas comunidades a través de los EEUU idearon sus propios esquemas. Aunque no sea política ni académicamente conveniente decir esto, Alemania, Italia y Japón, todos ellos, lograron superar la Depresión al situar el sistema bancario bajo el control del Estado y emitiendo crédito estatal para obras públicas. Hicieron a gran escala lo que Nueva Zelanda hizo en una escala limitada [11].
El milagro que supuso la Argentina de Perón fue alcanzado, en gran medida, por la comprensión peronista de que la soberanía nacional no puede lograrse sin soberanía económica. Esto es, a su vez, un pre-requisito primario para lograr el objetivo peronista de la justicia social como factor unificador para cualquier nación genuina. Perón dijo: “en el sistema capitalista, el dinero es un fin y no un medio, y su valor absoluto todo lo subordina, incluido el hombre” [12]. El Dr. Arturo Sampay, redactor de la Constitución peronista de 1949, un académico legal y constitucional de renombre internacional, explicó sucintamente a raíz de la destitución de Perón:
“La forma moderna en la que un país desarrolla la economía no es a través de la anexión pura y simple del territorio, como era el método durante los siglos XVIII y XIX, sino por la gestión de su propio crédito y de la moneda. De hecho, el desarrollo de un país es a través de la política de inversión. Quien da las órdenes sobre el crédito y sobre la expansión o la contracción de la oferta monetaria, controla el desarrollo del país” [13].
El asesor económico de Perón, Arturo Jauretche, hizo un relato detallado de la importancia del crédito estatal, incluyendo su relación con la soberanía nacional, declarando que la nacionalización de los bancos es “fundamental para la puesta en práctica de una política nacional”.
Quien administra el crédito controla algo más que la emisión de moneda. Mediante el control del crédito también se controla el comercio de exportación e importación. El control del crédito puede fomentar determinadas formas de producción y debilitar otras; determinar lo que debe ser producido y lo que no, lo que puede y lo que no puede llegar a los mercados, y en consecuencia las ventas y el consumo también son controlados [14].
Jauretche explicó con exactitud el carácter orgánico del crédito, como nada más que un medio de intercambio, un método conveniente de permutación de bienes y servicios:
“El secreto de la prosperidad o de la decadencia, del desarrollo o del atraso, está en los bancos. Las leyes y las organizaciones empresariales son sólo la anatomía de la sociedad económica. Pero el dinero es la fisiología del comercio de una sociedad. El dinero es la sangre que circula en el interior y el precio del dinero, su abundancia o escasez, es determinado por el sistema bancario” [15].
Sin embargo, el crédito y la moneda se han convertido en materias primas en sí mismos, compradas y vendidas con lucro (usura). Sin comprender esta premisa, todo lo demás es una locura en términos de política, economía e incluso en el arte y la moral. La cuestión es la subordinación del papel de la moneda, casi literalmente destronar la adoración a Mammón.
Jauretche también explicó cómo los bancos crean el crédito cuando afirmó: “Los bancos crean dinero a través del crédito porque el crédito es convertido a partir de depósitos múltiples veces, y la abundancia o escasez de dinero en efectivo en circulación es un reflejo del número de veces que un banco multiplica su capacidad de prestar”. Esto se conoce como “banco de reserva fraccionaria” y ha sido el método de creación de crédito durante siglos, permitiendo a los bancos privados crear crédito sostenido sólo por una fracción de la cantidad de las reservas reales que los bancos tienen en sus manos. Siempre que se hace un depósito por un cliente del banco, el banco es capaz de crear y dar crédito muchas más veces que la cantidad depositada. El banco entonces cobra el interés (la usura) sobre aquel crédito. Por lo tanto, el prestatario debe pagar con riqueza real – creada con su propio trabajo – no sólo el valor del préstamo que fue creado de la nada mediante un registro en un libro de cuentas (o en un ordenador), sino también el interés añadido. Así es como funciona el sistema bancario internacional. Cuando una nación se vuelve tan endeudada que no puede incluso seguir pagando los intereses de los préstamos, debe, o bien obtener más préstamos para pagar los intereses de los préstamos pasados, o bien empezar a vender los activos y recursos del Estado en un proceso que a menudo se denomina “privatización”, y adoptar “medidas de austeridad” que causan trastornos sociales, el estancamiento económico, y que pueden ser un medio mediante el cual las finanzas internacionales derriban gobiernos inconvenientes a través de las bien planificadas y financiadas “revoluciones espontáneas”. Hemos visto ocurrir esto durante décadas en todo el mundo occidental, y desde la implosión del bloque soviético en los antiguos estados soviéticos. El resultado es la “globalización” y la creciente concentración de la riqueza en manos de oligarcas y plutócratas. Aquellos estados que se resisten al proceso a menudo son bombardeados hasta su sumisión, y sus jefes de Estado son demonizados, encarcelados o linchados en el nombre de la “democracia” y de los “derechos humanos”.
El profesor Carroll Quigley también explicó el mecanismo de la creación del crédito y su desarrollo histórico:
“Pronto se hizo evidente que el oro necesario disponible debe ser sólo para una fracción de los certificados que probablemente serán presentados para el pago… En efecto, la creación de papel mayor que las reservas disponibles significa que los banqueros estaban creando dinero de la nada. Lo mismo podría hacerse de otra manera. Los banqueros descubrieron que las remesas y los cheques emitidos contra los depósitos de los depositantes y transferidos a una tercera persona, a menudo no eran convertidos en dinero en efectivo por ésta, sino que eran depositados en sus propias cuentas. En consecuencia, para los banqueros era necesario disponer de dinero real en no más que una fracción de los depósitos que probablemente se retirarían y transformarían en dinero en efectivo, el resto podría ser utilizado para préstamos, y si estos préstamos eran hechos para crear un depósito (una cuenta) para el prestatario que, a su vez, emitiría cheques en lugar de retirar dinero en efectivo, estos depósitos o préstamos creados también podrían ser cubiertos adecuadamente para mantener en reserva sólo una fracción de su valor. Tales depósitos también fueron una creación de dinero de la nada… William Patterson, no obstante, para obtener la Cédula Real del Banco de Inglaterra en 1694, dijo: “El banco tiene el beneficio de los intereses de todo el dinero que crea él mismo a partir de la nada'” [16].
Perón cuenta que en 1946 una delegación del Fondo Monetario Internacional estaba dispuesta a visitarlo cuando fue elegido. Su rechazo al ingreso de la Argentina en el FMI también estaba listo. Entre sus razones, explicó:
“Para nosotros, el valor de nuestra moneda era fijado en el país, y nosotros establecíamos los tipos de cambio de acuerdo a nuestras necesidades y conveniencias. Para el tipo de cambio internacional recurrimos al intercambio: nuestra moneda real era nuestros bienes. La realidad permanente de las maniobras monetarias internacionales de todo tipo bajo las cuales se creó el sistema insidioso, no nos dejó otra opción, si no queríamos ser robados con impunidad” [17].
Mammón versus Cultura
Ezra Pound y el poeta de Nueva Zelanda Rex Fairburn, se interesaron ambos en el Crédito Social más o menos al mismo tiempo y por las mismas razones. Como Perón, Sampay y Jauretche en su rebelión contra la plutocracia después de la Segunda Guerra Mundial, los dos poetas se dieron cuenta de que la cuestión de un mayor desarrollo del hombre, es decir, de su cultura, se ve afectada por el materialismo, representado por el dominio del dinero. Oswald Spengler señaló, tras la Primera Guerra Mundial, que la civilización occidental estaba en declive desde hacía siglos, y que la guerra llevó el asunto hasta un punto crítico. Vio a la plutocracia reinante detrás de la socialdemocracia. Observando ciclos análogos de civilizaciones anteriores, Spengler afirmó que el dinero reina durante las épocas de decadencia, antes de una reacción que derroca a la plutocracia [18].
Este derrocamiento del dinero fue llamado “socialismo” por Spengler, un conservador, al tiempo que todo pensamiento que colocaba el dinero en el centro fue tratado por él como capitalista, y eso incluía la mayor parte de formas de “socialismo”, incluyendo el comunismo, que no pretende trascender el pensamiento monetario, sino expropiarlo. De esta manera podemos entender cómo los poetas Pound y Fairburn buscaron una tercera vía que podría superar el reino del dinero y volver a una cultura del estado. Pound se giró hacia el “fascismo” porque pensó que tal militancia era necesaria para derrocar a la plutocracia. Fairburn consideró el Crédito Social como suficiente. En Gran Bretaña, el Crédito Social adquirió una forma militante con los Green Shirts [Camisas Verdes], cuyas formaciones paramilitares, mítines, marchas y lanzamientos de ladrillos pintados de verde contra las ventanas de los bancos, fueron más allá del Partido Comunista y los Black Shirts[Camisas negras] de Mosley.
El papel del dinero en la decadencia cultural
Sin embargo, antes de Spengler existía yala Ley de la Civilización y Decadencia de Brooks Adams, ahora poco conocido, que Ezra Pound recomendó como esencial para entender las causas de la decadencia y destrucción de la cultura. Adams se puede leer provechosamente junto a Spengler. Adams describe el poder debilitador del dinero en la estética y la moral de una civilización. Argumentó que “el comercio es antagónico a la imaginación.” Cuando un Estado se basa en el comercio, como la mayoría de los estados en el mundo de hoy, la estética se estanca. En consecuencia, la gran época gótica que resume el florecimiento de la civilización occidental (que Spengler llamó la época de la “Primavera”), no floreció en las ciudades-estado comerciales de Venecia, Génova o Florencia, “ni prosperó ninguna escuela pura de arquitectura en la atmósfera mercantil” [19]. Los efectos debilitadores causados por la energía gastada en propósitos comerciales se explican en términos que encajan bien con las conclusiones de Spengler acerca del papel del pensamiento monetario en el fin de ciclo de una civilización. Adams escribe:
“Cada vez que una raza es tan ricamente dotada con el material energético que no gasta toda su energía en la lucha diaria de la vida, el excedente puede ser almacenado en forma de riqueza, y este stock de energía almacenada puede ser transferido de comunidad a comunidad, quizá por la conquista, o por la superioridad en la competición económica. Sin embargo, por grande que pueda ser la energía acumulada por la conquista, una raza debe, tarde o temprano, alcanzar el límite de su energía militar al entrar en la fase de la competición económica”.
Pero, como el organismo económico difiere radicalmente del emocional y del bélico, el efecto de la competencia económica ha sido, quizás invariablemente, el de disipar la energía acumulada por la guerra.
Cuando el exceso de energía se acumula en tal volumen como para preponderar sobre la energía productiva, se convierte en la fuerza de control social. A partir de entonces, el capital es autocrático, y la energía se concentra en organizaciones mejor equipadas para dar expresión al poder del capital. En este último estado de consolidación la inteligencia económica, y tal vez la científica, se propaga, mientras la imaginación se desvanece y los tipos de virilidad emocionales, marciales, artísticos, decaen. Cuando se ha alcanzado una velocidad social en la que el derroche de energía material es tan grande que los stocks marciales e imaginativos fallan en reproducirse a sí mismos, la intensa competencia parece generar dos tipos económicos extremos: el usurero en su aspecto más formidable y el campesino, cuyo sistema nervioso es el más adecuado para prosperar en condiciones de escasa nutrición. Finalmente, cuando la presión no puede ir más allá, determinado punto debe ser alcanzado, y luego, tal vez, puede llegar uno de los dos resultados siguientes: puede sobrevenir un período estacionario (que tal vez termine por la guerra, por agotamiento o por ambos combinados, como parece haber sido el caso del Imperio de Oriente); o, como en Occidente, puede establecerse la desintegración, la población civilizada puede perecer, y puede darse una reversión hacia una forma primitiva de organismo.
La evidencia, sin embargo, parece apuntar a la conclusión de que, cuando una sociedad muy centralizada se desintegra bajo la presión de la competencia económica, es porque la energía de la raza estaba agotada. En consecuencia, los sobrevivientes de esa comunidad carecen de la energía necesaria para una nueva concentración de energía, y probablemente deberán permanecer inertes hasta que no se suministre material energético fresco a través de la infusión de sangre bárbara [20].
Cuando un pueblo deja de ser revitalizado con “sangre bárbara” y permanece estancado, pasa a ser lo que Spengler llamó fellaheen, deja de estar en el ámbito de la historia, siglo a siglo inerte, morando las masas campesinas y urbanas en la sombra de las ruinas de lo que antes fueron grandes monumentos. De ahí, como Ezra Pound y Fairburn comprendieron, desde la perspectiva estética hay más para contribuir en la cuestión económica que desde la economía o la política por sí solas. TS Elliot también defendió la reforma económica, al igual que Hilaire Belloc y GK Chesterton, mientras que otros estetas, como WB Yeats y DH Lawrence, que se rebeleron contra la ignorancia de los tiempos, no se dieron cuenta de los factores económicos involucrados. Fairburn y Pound sabían exactamente lo que estaba en juego en los procesos de corrosión del organismo cultural.
En With usura (Canto XLV), Pound refleja con lucidez la forma por la cual la primacía del dinero, como muestran Spengler y Adams, interviene en la cultura de una sociedad, actuando como un contagio en el organismo social, en el trabajo, en los oficios, en el arte, en la religión y en todo lo asociado con la alta cultura:
Con usura […] no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa
sino para venderlo y pronto […]
El picapedrero es apartado de la piedra
el tejedor es apartado del telar
Con usura
no llega lana al mercado
no vale nada la oveja con usura. […]
Usura oxida el cincel
Oxida la obra y al artesano […] [21].
Pound indica sucintamente en una sección de tres oraciones en Kulturmorphologie, un folleto escrito en Roma en 1942: “Para repetir: un experto, mirando una pintura (de Memmi, Goya, o cualquier otro) debe ser capaz de determinar el grado de tolerancia de usura en la sociedad en la que fue pintada” [22].
Fairburn escribió un poema sobre temas muy similares a aquellos de With usura de Pound, pero de forma totalmente independiente, en su “dominio”:
La casa de los gobernantes, custodiada por eunucos, y sobre el arco de la puerta estas palabras grabadas: “EL QUE CUESTIONA A LOS USUREROS PONE EN PELIGRO AL ESTADO”.
Dentro de las puertas, la comitiva del mal,
los instrumentos de los gobernantes: 
esquiroles escogidos del cuerpo de los esclavizados,
bien pagados capitanes y cabos 
del ejército del privilegio
partiendo el pan de la tiranía, vistiendo 
el uniforme de la extorsión; y aquellos que mantienen los registros de la decadencia,
estadísticos y archiveros, 
pasando las páginas con las manos frías, calculando
nuestra ruina en grilletes perfumados. 
Para los esclavos, la rueda de ratón; 
la oficina y la adoración del dios-engranaje; 
la apoteosis de los medios de comunicación, 
la profanación del fin; 
la degradación de la hueste
de los vivos; la celebración
de una misa negra que proyecta
la sombra de una masa roja. 
[…]
Esta es nuestra ciudad de papel, construida 
sobre la roca de la deuda, firmemente mantenida
contra todos los vientos por el pisapapeles de la deuda.
La multitud desfila pasando lentamente, o para y mira fijamente, 
y aquí y allá, ojos sin brillo, el permanecer ocioso
en grupos ante las bocas de los gramófonos de las tiendas 
en un estruendo de música que llena el aire ajado 
con flores de papel y sabores artificiales
y pasiones sin dolor en un paraíso 
de amor imaginario [23].
El desafío de los tiempos: el fin de Mammón
Con los EEUU, cuya fundación se inicia con el puritanismo, se construyó un edificio que combina mesianismo con el concepto del beneficio como algo piadoso. Como resultado, la cultura de los Estados Unidos fue distorsionada, y en la actualidad se sitúa en las profundidades de la depravación como una epidemia mundial proclamada como tal por los fanáticos neoconservadores, como el Teniente Coronel Ralph Peter, y promovida por el Departamento de Estado de los Estados Unidos en alianza con una miríada de ONGs de todo el mundo [24]. Se supone que el mundo entero es recreado en esa imagen, en la “roca de la deuda y los perfumes artificiales”, como dijo Fairburn.
El sr. E. Fyodorov, del grupo parlamentario ruso “Nuestra Soberanía” y del Movimiento de Liberación Nacional, se refirió a la necesidad de nacionalizar el Banco Central de Rusia, el cual, dijo, no responde a la presidencia o al estado. Afirmó que “la mayoría de los problemas” en Rusia están relacionados con el Banco Central, basado en una constitución que fue redactada por asesores de los EEUU, lo que permite la influencia política y económica externa [25]. Fyodorov expresó un raro discernimiento al decir que “la mayor parte de los problemas” se centran alrededor del sistema bancario. Esto se aplica no sólo a Rusia, sino también a la mayor parte del mundo, ya que el mismo sistema opera globalmente. El banco central estatal de Nueva Zelanda recorrió el mismo camino siendo separado del parlamento. Por lo tanto, se requiere algo más que la”nacionalización”. El Banco de la Reserva de Nueva Zelanda permaneció nacionalizado durante ocho años. Sólo fue independizado del parlamento bajo la Ley del Banco de la Reserva en 1989. Hasta ese momento, existía para poner en práctica la política económica estatal. Sin embargo, como lamentó John A. Lee desde el principio, este banco nacionalizado nunca liberó a Nueva Zelanda de la finanza internacional, a pesar de la emisión de crédito estatal para algunos proyectos públicos. Las intenciones fueron comprometidas por el partido que nacionalizó el banco.
Hasta el momento en el que un estado tenga líderes vigorosos que rompan la esclavitud de las finanzas internacionales y sus omnipresentes tentáculos, hay poca o ninguna diferencia si un banco es nacionalizado o privatizado. También hasta llegar a ese punto, cualquier discusión acerca de la soberanía nacional real no es más que retórica. Una vez que el banco central ruso sea nacionalizado, la siguiente tarea es asegurar que el Estado ruso asume la prerrogativa y el deber de crear y emitir su propio crédito.
* Kerry Bolton (nacido en 1956 en Wellington, Nueva Zelanda) es Doctor en Teología y Ph.D. honoris causa. Ha realizado estudios de trabajo social y psicología y es miembro de la Academy of Social and Political Research, de Atenas [Academia de Investigaciones Sociales y Políticas], y del Institute for Higher Studies on Geopolitics and Auxiliary Sciences, de Lisboa [Instituto de Estudios Superiores sobre Geopolítica y Ciencias Auxiliares]. Colaborador habitual de Foreign Policy JournalNew Dawn (Australia), The Great Indian Dream (Institute of Planning and Management), Thoughts and Perspectives, y editor adjunto de la revista académica Ab Aeterno (Atenas). Ha sido ampliamente publicado por diversos medios académicos sobre una variedad de temas, incluyendo: International Journal of Social EconomicsInternational Journal of Russian StudiesIrish Journal of Gothic and Horror Studies (Trinity College); World AffairsIndia QuarterlyJournal of Social, Political and Economic StudiesThe Occidental QuarterlyNorth American New RightRadix (National Policy Institute, Washington); Antrocom Journal of Anthropology (Italy); Finis Mundi (Portugal); Geopolitica (Moscow State University); Radio Free Asia Vietnamese ServiceRussian Writers’ Union;Red Star (Russian Ministry of Defence), y muchos otros. Traducido al farsi, vietnamita, alemán, francés, letón, ruso, italiano, ucraniano o portugués, Bolton es autor de centenares de artículos y folletos, y algunos de sus libros más recientes son: Revolution from AbovePeron and PeronismGeopolitics of the Indo-PacificZionism, Islam and the WestThe Parihaka CultThe Banking SwindleThe Psychotic LeftArtists of the RightStalin: the Enduring Legacy.
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[1] – C. Quigley, Tragedy and Hope, New York, Macmillan Co., 1996, p. 51.
[2] – Louis T. McFadden, United States Congressional Record, United States Government Printing Office, Washington, DC, 10 June 1932, p. 12595
[3] – G. Feder, “Manifesto for the Breaking of the Bondage of Interest”, Munich 1917. Mismo año en el que Douglas formuló su Crédito Social. Feder afirmó que “el dinero no es y no debe ser nada más que un intercambio a cambio de trabajo”.
[4] – John A. Lee, Money Power for the People: A Policy for the Future Suggested, Lee, Auckland, 1937), p.2.
[5] – Ibid., p.3
[6] – Ibid., pp. 6-7.
[7] – Lee, 1937, p.8.
[8] – C. Firth and G. Wilson, “State Housing in New Zealand”, Ministry of Works, Government Printing Office, Wellington, 1949.
[9] – K. R. Bolton, The Banking Swindle, London, 2014, p.10.
[10] – Bolton, ibid., pp. 84-86
[11] – Bolton, ibid., pp. 103-117.
[12] – Juan Peron, “Banking and Credit”, Buenos Aires, ca. 1951.
[13] – Sampay citado por Bolton, Peron and Peronism, London, 2014, p.
[14] – Arturo Jauretche, “On the Nationalisation of Banks”, 9 February 1960.
[15] – Jauretche, ibid.
[16] – Carroll Quigley, Tragedy and Hope, Macmillan Co., New York, 1966, p. 48.
[17] – Juan Peron, “Argentina and the International Monetary Fund”. Citado en Bolton, Peron and Peronism. La manera por la cual los EEUU minaron la economía de Argentina y bloqueó sus exportaciones hacia Europa es explicado en este libro.
[18] – Oswald Spengler, The Decline of the West, George Allen & Unwin, London, 1971, Vol. II, Chapter XIII, “The Form-World of Economic Life”.
[19] – Brooks Adams, The Law of Civilization and Decay, Macmillan, London, 1896, vi.http://www.archive.org/details/lawcivilization00adamgoog
[20] – Brooks Adams, x.
[21] – E. Pound, Ezra Pound: Selected Poems 1908-1959 (London: Faber & Faber, 1975), “Canto XLV: With Usura”, pp. 147-148.
[22] – Ezra Pound (1942) A Visiting Card, Peter Russell, London, 1952, p.25.
[23] – A. R. D. Fairburn, (1938) “Dominion” I and IX, http://www.nzepc.auckland.ac.nz/authors/fairburn/dominionfull.asp
[24] – K. R. Bolton, Revolution from Above, Arkots. 2011.
[25] – E. Fyodorov, “The National Liberation Movement in Russia Today”, Journal of Eurasian Affairs, Vol. 2, no. 1, 2014, p.18.
(Traducción de Página Transversal)