EL PLAN MULFORD: CANJE DE BONOS
Cavallo busca aliviar pagos de la deuda por 17.000 millones
Se reemplazan bonos que vencen dentro de poco por otros que expiran entre el 2006 y el 2031
El megacanje de bonos de la deuda pública argentina ya está en marcha. El menú de opciones a las que podrán acceder los inversores que estén interesados en esta operación ya empezó a circular por el mundo financiero, que tendrá tiempo hasta el 1° de junio para decidirse a entrar en esta operación.
El Gobierno espera que la propuesta de canje tenga una buena recepción. En Economía ya sacan cuentas. Confían en que si el Gobierno y los mercados intercambian papeles por unos 20.000 millones, el alivio para las cuentas públicas podría llegar a los 17.300 millones de dólares, desde ahora y hasta fines de 2005.
La apuesta es ambiciosa. Y aunque el equipo económico le quiere bajar los decibeles, entre los analistas e inversores, de aquí y de afuera, se considera al megacanje como algo vital: casi la última oportunidad que tienen Cavallo y su gente para ganar tiempo y margen de maniobra como para dejar atrás tres años de recesión.
Para contarle al mercado cómo será el canje, Economía eligió como escenario la majestuosidad del viejo recinto de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Allí se concentraron, después del cierre de los mercados, unas 500 personas, entre financistas, inversores y funcionarios del equipo económico, que estaban interesados en conocer detalles de la operación financiera más importante desde que la Argentina entró al denominado Plan Brady, en 1992.
Se hicieron presentes sólo cuatro titulares de entidades financieras: Enrique Cristofani (Río), Enrique Olivera (Nación), Roberto Feletti (Ciudad) y Miguel Kiguel (Hipotecario). El resto de la primera fila estaba ocupado por autoridades bursátiles y ejecutivos de los bancos que trabajaron codo a codo con Economía para diseñar esta operación. La de ayer fue la primera presentación. Ahora los máximos funcionarios de Economía inician un periplo por las principales capitales financieras para "vender" el megacanje.
Domingo Cavallo se encargó ayer de dar un panorama de la situación económica del país y dijo que no hay ningún peligro de inestabilidad. Además, reconoció que el sentido de todas las medidas que aplicó y aplicará durante su gestión busca "recuperar el vigoroso crecimiento económico".
Cavallo habló poco y nada del canje. Y hasta se desvió para dedicarle varios párrafos de su discurso a temas como el sistema de registración de autos. Lo hacía, claro, hablando de las innumerables cosas que se pueden hacer si lo que se busca es ganar en competitividad. El ministro, con un tono poco eufórico, aprovechó la presencia de los banqueros para congraciarse con el sector, al que apenas un día antes acusó de actuar en forma cartelizada, por cobrarle tasas de interés elevadas al Gobierno (ver Los banqueros...).
El secretario de Finanzas, Daniel Marx, aclaró, antes que nada, que el alivio de los pagos de la deuda no era un beneficio fiscal "sino todo lo contrario". Aclaró eso para que ningún funcionario, a la luz de los 17.300 millones que no se pagarán en este lustro, suponga que tendrá luz verde para aumentar el gasto público. "El beneficio es estrictamente financiero y sus beneficios son de corto plazo", aclaró.
Respecto del alivio de las cuentas públicas, no está de más reiterar que el país no se ahorra un solo peso. Simplemente tira hacia más allá del 2006 pagos de la deuda (capital e intereses) que, de no hacerlo, hubieran complicado mucho el futuro.
En otras palabras: Economía apeló al canje para despejar las crecientes dudas que se habían instalado en el mercado, y que apuntaban a que la Argentina caería en una cesación de pagos.
En verdad, el beneficio de corto plazo se transforma, indefectiblemente, en una sobrecarga para el largo plazo. Porque el canje, claro, hace que se acumulen vencimientos a tasas que, como está el mercado hoy, estarán en el 14,5%, entre 2 y 4 puntos por encima de las tasas que está pagando hoy la deuda que se rescatará.
De manera que la Argentina deberá crecer a buen ritmo para que la recaudación fiscal futura alcance para pagar los vencimientos de la deuda que se está acumulando más allá del 2006.
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