Peter
Sloterdijk: filósofo indigente
Foto: Peter Sloterdijk
Alberto Buela (*)
Hace unos meses se realizó
un programa de Disenso por TV-
Internet, donde dos buenos profesores de filosofía hablaron, más que
presentaron, a este filósofo, pero como lo que dijeron, por los comentarios
recibidos, resultó algo confuso, los que no saben filosofía quedaron en Babia.
Nosotros nos obligamos a estudiarlo un poco y a escribir el siguiente
comentario, para que por lo menos se sepa de quien se trató.
Peter Sloterdijk (1947) es
un filósofo nacido en la ex Alemania Oriental formado en la Escuela de
Frankfurt pero de la que enseguida se apartó. Su primera gran obra es Crítica de la razón cínica (1983) y
comenzó a destacarse con rasgos propios a partir de la polémica con Jürgen
Habermas, numen de dicha escuela,
reflejada en Normas para el parque
humano.
Su trabajo más ambicioso
hasta el presente es Esferas I, II y
III.(burbujas, globos y espumas). Tres voluminosos tomos en donde habla de
todo, con algunos pasajes realmente incomprensibles. Pero bueno, así están las
cosas en el ámbito de la filosofía contemporánea: hay que oscurecer las aguas para que parezcan más profundas.
Su último libro en
castellano apareció con el estrambótico título de Haz de cambiar tu vida. Otros libros traducidos a nuestra lengua
son: El árbol mágico: el
nacimiento del psicoanálisis en el año 1875 (Seix
Barral, 1986), Sin salvación, tras las
huellas de Heidegger (Axal, 1991), En el mismo barco: ensayo sobre la
hiperpolítica (Siruela,
1994),Temperamentos filosóficos (Siruela, 1994), Extrañamiento del mundo (Pre-Textos, 1998), libro que obtuvo
el premio Ernst Robert Curtius de Ensayo en 1993;Derrida, un egipcio.(Amorrortu,
1998), Normas para el parque
humano (Siruela, 2000), En el mundo interior del capital, para una
teoría filosófica de la globalización (Siruela, 2000), El pensador en
escena (Pre-Textos, 2000), Eurotaoísmo (Seix Barral, 2001),El desprecio de
las masas (Pre-Textos, 2002), Crítica de la razón cínica (Siruela, 2003), Temblores de aire (Pre-Textos, 2003), Experimentos con
uno mismo (Pre-Textos, 2003), El sol y la muerte (Siruela, 2004),Si Europa despierta (Pre-Textos, 2004), Sobre la mejora de la buena nueva (Siruela, 2005), Venir al mundo, venir al lenguaje (Pre-Textos, 2006), Esferas I, II y III (Siruela, 1998-2009) y Celo de Dios (Siruela, 2011) .
El caso de Sloterdijk como el
de tantos filósofos contemporáneos (Derrida, Zizek, Henri-Lévy, Honneth,
Baudrillard, Severino, Agamben, Savater, etc.) es la carencia de una
metafísica. Son sutiles, ocurrentes, en algunas cosas geniales, pero toda su
producción es un ir y venir lleno de confusiones y algunos aciertos.
Sloterdijk habla de todo y
escribe sobre todo y, además, lo hace sin parar. Un profesor alemán amigo nos
cuenta que es famoso en Alemania porque no hay semana en que no aparezca en los
diarios o en la televisión. Y tiene sobre todo una ventaja, es reconocido por
la república internacional de las academias y universidades, lo cual le da
piedra libre para desdecirse o entrar en contradicciones sin ponerse colorado.
Sus intereses son casi
infinitos: poesía, antropología en sus variantes más raras, filosofía,
sociología, psicoanálisis, música, arte contemporáneo, asuntos políticos,
literatura, medios de comunicación, esoterismo, religiones, etnopiscología y un
largo etcétera. Cita por igual a Carl Schmitt, como a Karl Marx, a Derrida como
Boutang, a Jesucristo como a Mahoma sin ninguna jerarquía entre ellos. Claro
está, todo este manejo de erudición deslumbra, sobre todo a los académicos,
grandes maestros de lo mínimo, que se han pasado la vida cuidándose de no sacar
los pies del plato.
Yendo de lleno a su
pensamiento, en su libro más famoso Crítica
de la razón cínica va a sostener con acierto que el cinismo difuso de
nuestra exhausta sociedad de consumo hay que tomarlo con ironía y compasión,
porque termina siempre en la desesperanza de la conciencia ilustrada. Pues
dicha conciencia está en la base de la sociedad de consumo. Y en Normas para el parque humano va a
criticar a la conciencia ilustrada denunciando el fracaso del humanismo como
utopía de la domesticación mediante la lectura.
Pero por otra parte en el Extrañamiento del mundo sostiene,
erróneamente, que el consumo de drogas como una huída y búsqueda de un mundo
que relaciona con el antiguo mundo de los chamanes, los sacerdotes brujos. Y
termina con propuestas muy similares a la de nuestros orates Antonio Medrano y
Miguel Serrano, carentes absolutos de espíritu crítico y talento filosófico.
En uno de los cientos de
reportajes, esta vez hablando de religión con el cardenal Kasper sostiene: Como yo no profeso ninguna fe no puedo hacer
la distinción entre los buenos y los
malos usos de la religión. No se
anima ni siquiera a distinguir entre las religiones que están al servicio de la
paz o de la guerra. Y a renglón seguido sostiene: Yo en esta materia con el que más me identifico es con el filósofo
protestante William James donde el interés por la religión es la propia
religión.
En otro de sus reportajes
en La Vanguardia de Barcelona afirma:
el principal talento del animal humano es
crear monstruos. Y Dios es uno: somos un animal que crea dioses. Como vemos
esto ya lo dijeron, en su momento, Demócrito, Epicuro y Lucrecio, los
justificadores del ateismo con el lema: timor
hominis fecit deus.(el temor de los hombres fabrica los dioses).
Vamos a comentar acá solo
dos breves pero significativos trabajos de Sloterdijk: Normas para el parque humano y Derrida,
un egipcio.
Normas comienza
bien caracterizando al humanismo ilustrado vinculado a la alfabetización, la
lectura de los clásicos, la escritura y la herencia greco latina “los humanizados no son mas que la secta de
los alfabetizados”[1]. Este
humanismo tuvo su apogeo entre 1789 y 1945, con la aparición de la radio y la
televisión al final de la segunda guerra mundial terminó este humanismo y
comenzó el posthumanismo, pues las síntesis políticas culturales actuales ya no
son producidas los medios literarios o epistolares, ya no más el sacerdote o el
maestro para domesticar al hombre.
Luego ya desbarranca y pasa
a una larga crítica a la Carta sobre el
humanismo de su compatriota Martín Heidegger. Es una crítica resentida la
que lleva a cabo. Resentida en el sentido que le dio Max Scheler al término,
como rencor retenido. Y así lo trata
al Mago de Friburgo sucesivamente de: astuto hombrecito de Messkirck, de
utilizar expresiones casi histéricas, de filósofo pastoral, de carácter
criptocatólico, de realizar juegos pastoriles hoy del todo anacrónicos, de ignorar que el hombre surgió de los
mamíferos vivíparos (de no sostener la teoría de la evolución), de
desacreditadas divagaciones de Heidegger por sendas campestres y boscosas.
Luego de desacreditar a
Heidegger y darse un zambullón en Nietzsche como para justificar su rebeldía
filosófica, se la agarra con Platón al que trata de peligroso pues propone en
el diálogo Político un único humanista
absoluto, el amo real de la sociedad pastoril junto con la planificación de las
propiedades de una élite. El cuidado de los hombres por los hombres queda en
manos del filósofo rey o del rey filósofo.
Pero como hoy los sabios
parecen que se han retirado, el movimiento humanista falto de su antigua
pujanza se hundió en los archivos. Los archivistas serían los últimos
humanistas.
El trabajo se limita como
conclusión a afirmar que estamos en un posthumanismo, pero nada dice de su
contenido.
Sostener en este escrito
que Heidegger era un hombrecito porque era medio petisón es una ofensa
gratuita. Tratarlo de criptocatólico porque recupera la idea de ascesis, odiada
por el mundo luterano del que proviene Sloterdijk, es una ruindad. Como si
Heidegger fuera un católico solapado o hiciera catolicismo a escondidas. No, lo
que Sloterdijk tendría que haber hecho es agregar un párrafo o una nota al pie
de página estableciendo claramente que una de las distinciones fundamentales
entre católicos y protestantes es la aceptación o no de la idea de ascetismo.
Al respecto afirma Leonardo Castellani (1899-1981): “El protestantismo al rechazar el ascetismo y su punto cumbre, el
celibato religioso, ha destruido la esencia del cristianismo; y en ese sentido
no conserva más que la corteza”[2]
De no aceptar la teoría de
la evolución como una capitis diminutio filosófica,
es no querer distinguir entre metafísica, que es la disciplina en donde se
mueve Heidegger y antropología física.
Vemos como Sloterdijk no
llegó a la admiración, thaumatzo, principio
del filosofar que nosotros podemos traducir en criollo como “darse cuenta”. Y
él no se dio cuenta que el corazón, el meollo de aquello que va a sostener
Heidegger en la Carta sobre el humanismo es
que después del descalabro de la segunda guerra mundial no existe ningún ethos común de contenidos para sostener
la idea de humanidad y por lo tanto es una tontería intentar una ética mundial
al estilo de un teólogo como Hans Kung o una ética universal al estilo de la
ilustración que viene de Kant.
El mundo es un pluriverso,
sobretodo después del 45, y hay tantos ethos como ecúmenes culturales lo
componen, el pensamiento de la diferencia y de las identidades-Identidad y diferencia- es el que puede
fundar una nueva manera de hacer filosofía. Al menos esto último venimos
intentando nosotros desde hace treinta años. El resto es todo episódico.
Finalmente, afirmar que
desde el Política y la República se
habla de la comunidad de los hombres como si fuera un parque zoológico pues se
habla de las reglas de manejo del parque humano, es una arbitrariedad sin
fundamento ni en los textos ni en la historia del desarrollo de la idea de politikos y politeia.
En cuanto a la segunda
obra, Derrida, un egipcio se trata de
una sumatoria de pequeños apuntes sobre Luhmann, Freud, Mann, Borkenau, Debray,
Hegel y Boris Goys con relación a Derrida.
Toda su lectura no es otra cosa que una alcahuetería a Derrida en tanto que judío. Pero esta alcahuetería es absolutamente gratuita porque Derrida no necesita de ella, pues todo profesor de filosofía sabe que la judeidad está en el centro de su meditación filosófica. Parece ser, que el que la necesita es Sloterdijk, para contar con la complacencia y el apoyo del establishment hebreo de la cultura.
El libro comienza tratando
de que no se olvide a Derrida al otro día después de muerto y termina con la
conmoción que le produjo la muerte de Derrida. De los autores tratados no va más
allá que de los lugares y de los términos comunes con que se los conoce. Así de
Derrida habla de deconstrucción, de Lumann la teoría de los sistemas, de Freud
la desfiguración, de Mann la dicha en la desgracia, de Borkenau la tesis contra
Spengler y así el resto de los lugares comunes de cada autor
El libro lleva por
subtítulo El problema de la pirámide
judía y así afirma: si la
transcripción de Dios llevada a cabo por los judíos se expresaba en el registro
trasportable (la Biblia), estamos tentados de suponer que también podrían haber
logrado trasponer el arquetipo de la pirámide (egipcia) a un formato portátil,
si suponemos, por añadidura, que luego del Éxodo sintieron una necesidad de
pirámide” [3]
No debe de causar mucha
gracia ni aquiescencia en el lector judío semejante dislate. Es que la
alcahuetería intelectual nunca es bien vista por aquellos a quien se busca
adular y máxime cuando se comente un error garrafal como el señalado.
Es que el pueblo de Israel
después del Éxodo no tuvo ninguna necesidad de pirámide, por el contrario, la
superó de una vez y para siempre. Y eso
porque tuvo y tiene una sola necesidad manifiesta en todo este tiempo como es
la recepción del Mesías. Y mientras no lo acepte se perderá en la carnalidad de
la posesión de bienes para reemplazarlo.
Como podemos apreciar el
balance somero que ofrecen estos dos trabajos de Sloterdijk nos muestran a un
autor agudo en algunos aspectos, oportunista en otros, arbitrario en los más y
con una gran cantidad de vacíos filosóficos y teológicos.
Se muestra como un producto
típico de este tiempo que nos toca vivir
huérfano de metafísica y de retracción de lo sagrado.
Y así como Karl Löwit pudo
escribir Heidegger, pensador de un tiempo
indigente, permítasenos decir de Sloterdijk, filósofo indigente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario