lunes, 16 de febrero de 2015

LA OPOSICIÓN ARGENTINA, COMO SIEMPRE, RECIBIENDO ORDENES DEL FOREIGN OFFICE UK.

EL INCREÍBLE VIAJE A LONDRES DE ADRIÁN PEREZ, OSCAR AGUAD Y PAULA BERTOL






Eso se llama tener sentido de la oportunidad. Casi en el mismo momento que la Argentina lograba en la Cumbre del Grupo Río –realizada esta semana en Cancún– el apoyo de 32 países latinoamericanos para rechazar la decisión unilateral de Gran Bretaña de comenzar a explorar petróleo en las inmediaciones de las Islas Malvinas, el titular de la bancada de diputados radicales, Oscar Aguad, manifestó que la Casa Rosada no tiene una estrategia para encarar las Relaciones Exteriores.
Pero el desafío más grande que el diputado radical formuló este mes a la política oficial de Relaciones Exteriores no consistió en estas declaraciones. Aguad fue uno de los cinco legisladores que durante la primera semana de febrero, en el momento de mayor tensión entre los gobiernos de Argentina y Gran Bretaña desde la Guerra de Malvinas, viajaron a Londres, aceptando una invitación del Departamento de Asuntos Exteriores del Reino Unido. Además del legislador de la UCR, integraron la comitiva los diputados nacionales Adrián Pérez de la Coalición Cívica, Paula Bertol del PRO, y el miembro del PJ-Santa Fe Federal Walter Agosto, que responde al senador Carlos Reutemann. También participó la presidenta provisional del Senado mendocino, Miriam Gallardo, una dirigente provincial que responde a Juan Carlos Mazzón, un ex Guardia de Hierro que todavía conserva algún vínculo con el kirchnerismo. El viaje fastidió a las autoridades de Cancillería que calificaron la misión como una “torpeza”.
A contramano. Cuando se enteraron en el Palacio San Martín que el martes de 2 de febrero a las 15.15 la comitiva estuvo reunida con John Rankin, director para América del Foreign Office, acusaron a los legisladores de prestarse a una “operación política” destinada a distraer a la opinión pública británica. Ese mismo día, la Argentina había enviado una protesta formal a Londres por el avance hacia las Islas Malvinas de la plataforma semisubmarina Ocean Guardian, que el lunes pasado inició acciones de exploración en las aguas en disputa.
En el Ministerio de Relaciones Exteriores deslizaron que un viaje de una comitiva de legisladores de estas características no se puede realizar a sus espaldas en una situación como la actual. En cambio, para los parlamentarios que volaron a Londres, la visita tenía por objeto fortalecer la relación bilateral a través de la discusión y el intercambio entre líderes políticos de ambos países. “Estoy muy agradecida por la invitación de la Embajada Británica”, escribió en su Twister –tal vez cándida, o no– Paula Bertol, que nada dijo sobre el conflicto bilateral que estos días también llegó a las tapas de la prensa inglesa.

Una fundación muy de La Nación. 
El tour de los legisladores fue organizado por la Embajada Británica junto a la Fundación Red Acción Política, cuyo consejo de administración está integrado, entre otros, por Alan Clutterbuck, hijo del empresario Rodolfo Clutterbuck, directivo de Alpargatas que fue secuestrado por la famosa “Banda de los comisarios”, la misma que cobró el rescate de Mauricio Macri. Clutterbuck hijo se introdujo en el mundo de la política de la mano de Patricia Bullrich, aunque luego cambió de bando. También particpa del consejo asesor Cecilia Cordeiro, directora de Poliarquía, la encuestadora preferida del diario La Nación.

En el consejo asesor están, entre otros intelectuales, Marcos Aguinis, Santiago Kovadloff y Manuel Mora y Araujo, frecuentes columnistas del diario de los Saguier. La misión de la fundación –según versa en su página web– busca dar “contención y soporte a políticos con compromiso y responsabilidad frente a la cosa pública”.

http://fundacionrap.org/segundo-simposio-rap-en-harvard-university/
http://fundacionrap.org/wp-content/uploads/2014/04/032714-FRAP-66-L.jpg


Acompañados por Eleanor Salmond, segunda secretaria política de la sede diplomática que Londres tiene en Buenos Aires, los legisladores tomaron el vuelo 246 de British Airways del 31 de enero y al día siguiente se alojaron en el hotel The Royal Horseguards de Londres. Durante seis días contaron con una agenda muy activa. Además de entrevistarse con el subsecretario de Estado Rankin, lo hicieron con el subsecretario de Estado Parlamentario de la Cancillería británica, Chris Bryant, quien reiteró la posición del Reino Unido sobre las Islas Malvinas, a las que llamó una y otra vez Falklands.
Los legisladores también visitaron el Congreso británico, tuvieron reuniones con funcionarios especializados en el cambio climático, seguridad social y sistema previsional.

¿Yo señor? ¡No señor! Poco después de arribar del Reino Unido, Adrián Pérez respondió los cuestionamientos formulados por la Cancillería y señaló que se trataba de una lectura malintencionada de los funcionarios del Gobierno. Aseguró que el ministro Osvaldo Marisco –a cargo de la embajada argentina en Londres hasta que se designe un nuevo titular, posiblemente José Nun– se reunió con la comitiva y que los legisladores defendieron la soberanía nacional en Malvinas en cada una de las reuniones que mantuvieron. El diputado agregó que el Ministerio de Relaciones Exteriores realizó “una utilización política del viaje”, como si Pérez se dedicara a otra cosa que no sea hacer política.
El viaje se realizó cuando ya se conocía el envío de Londres de la plataforma petrolera Ocean Guardian hacia las inmediaciones de las Islas Malvinas para iniciar la actividad extractiva en una de las cuatro zonas concesionadas de manera unilateral por los kelpers. Este lunes, oficialmente Gran Bretaña anunció que la empresa Desire Petroleum puso en marcha el proyecto Liz, cuyo objetivo consiste en extraer cuatrocientos millones de barriles de petróleo en una zona ubicada a cien millas del norte del archipiélago.
El miércoles pasado el canciller argentino, Jorge Taiana, le solicitó al secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, que redoble su esfuerzos de buenos oficios “dada la grave situación generada por el acto ilegal y unilateral de Gran Bretaña”. Un día después, el titular de la ONU pidió al Comité de Descolonización buscar “soluciones creativas” que permitan encontrar salidas a los conflictos por cuestiones de soberanía que existen en 16 territorios. Uno de ellos es el de las Islas Malvinas.

Fuente: Miradas al Sur

Unión por todos en Londres.

http://www.unionportodos.org/



jueves, 12 de febrero de 2015

FRANCIA,LOS MUSULMANES Y LA LAICITÉ. Por. Alberto Buela.

Francia, los musulmanes y la laicité

                                                                                                   

Alberto Buela (*)

Estuvimos en París en el momento del atentado a Charlie Hebdo y la reacción unánime de los medios y los comentaristas fue “hay que profundizar sobre la laicité”.
Cualquiera sabe que la laicidad es una idea que viene de la Revolución Francesa para combatir la influencia cristiana en la educación, la vida y la cultura del pueblo francés.
Por supuesto que hay otras lecturas como asimilarla a la neutralidad del Estado en tanto árbitro de los conflictos interreligiosos entre católicos y protestantes. Pero la idea que prevalece es la primera.
Los datos oficiales afirman que en Francia hay cinco millones de musulmanes pero los extra oficiales nos hablan de diez a doce millones. Musulmanes que tienen hijos y nietos nacidos en Francia, que ya no saben ni de donde vinieron y que no tienen otro origen que el Hexágono.
Pero estos musulmanes, los franceses los llaman islamistas, no están integrados a la sociedad francesa, por mayor laicidad que se predique, porque como dice el español Juan Manuel de Prada “morir en defensa del laicismo es tan ridículo como hacerlo en defensa del sistema métrico decimal”. Todo hombre intenta permanecer en su ser, esto es, al menos no morir, y si lo hace es por valores superiores: Dios, la Patria, la familia, los amigos.
Estos millones de personas, como pasó con los asesinos de Charlie Hebdo, no están integrados a nada. Lo dice muy bien Fabrice Hadjadj “Les Kouachi, Coulibaly, étaient «parfaitement intégrés», mais intégrés au rien, à la négation de tout élan historique et spirituel de la France”.
Integrados “a nada”. Qué integración se puede lograr de un inmigrante en cualquier país del mundo que no sea a los valores del pueblo a donde va. Un politólogo liberal de talla como Giovanni Sartori afirma: no hay inmigración sin integración, pues de lo contrario se destruye la democracia.
El tema es que la laicidad no es nada, no es un valor sino un disvalor, que viene a negar el  “impulso histórico y espiritual” que dio sentido a Francia dentro de la historia del mundo.
Nosotros tuvimos ocasión de hablar con un marmota como Jack Lang, antiguo secretario de cultura socialista, que le echaba la culpa del atentado a la escuela porque no se enseñaba desde los primeros años la existencia del Holocausto.
A lo que respondimos: señor, no es creando más confusión de la que existe hablándole a niños de seis años de un tema sobre el que los grandes triunfadores de la segunda guerra mundial, de Gaulle, Churchill, Eisenhower y Adenauer, no hablaron nunca en sus autobiografías, sino, en todo caso, enseñando la historia de la religión en Francia.
Es muy probable que nuestra propuesta tampoco sea una solución porque tal como se muestran las cosas, lo más probable es que la población francesa sea reemplazada por una mezcla de musulmanes y extranjeros dentro de unos treinta años. La figura de la Madelaine es ya un dato del pasado. La francesita del tango ya no existe más, lo que tienen ahora son turquitas. Es más, la ministra de cultura es una linda turquita.
La decadencia tiene un principio fundamental, y es que siempre se puede ser un poco más decadente. Y esto es lo que hemos visto en Francia. Una vida pública reglada por la racionalidad y una sociedad desintegrada. Uno camina por París y la coloratura (para hablar como Ugo Spirito) es mora, pues es difícil cruzar a un blanquino francés por la calle.
Si analizamos el tema desde el gobierno vemos que éste no puede salir del atolladero, porque la laicidad que propone profundizar es la que lo llevó a semejante situación: una sociedad civil partida en dos y desintegrada.
Una respuesta simple y lineal sería si el mundo musulmán sigue anclado en la edad media, entonces apliquemos la fuerza de la espada, expulsándolos y restringiendo su culto. Pero eso no se puede hacer, es de imposible realización hoy en el mundo.
Nosotros solo barruntamos la respuesta católica al problema, que es lograr su conversión, no existe una tercera posibilidad.
A Francia solo la puede salvar una revolución o mejor dicho, una contra revolución. Ante un mundo musulmán que aun está en la edad media, que no pasó por la etapa de la Ilustración ni de la modernidad, y que vive a Francia como un caserío de herejes, solo puede oponerle u ofrecerle la Francia como fillie ainée de l¨église, como hija mayor de la Iglesia. Francia tiene que mostrar al mundo musulmán, que se le ha instalado para siempre, su costado sagrado, su costado religioso, productor de tantas y tantas hazañas.
Si a los millones de musulmanes instalados en Francia, como también en Europa, se le ofrece como panacea la sociedad de consumo, agnóstica y prostituida, corrupta y viciosa en la que solo vale lo que se tiene y no lo que se es. Ese mundo musulmán nunca se integrará sino que más bien luchará siempre en su contra.
Francia, y con ella Europa, tiene que recuperar la religiosidad popular que tanto caracteriza a los pueblos iberoamericanos. Así, las grandes procesiones, las grandes marchas, los movimientos de masas enteras peregrinando a la Virgen que vivimos nosotros, son todos signos que indican que aun alienta aquí lo sagrado.
Francia y Europa en general, tienen que recuperar la sacralidad profunda que poseen con creces y que ha sido enterrada bajo la pesada loza de dos siglos de liberalismo y banqueros usureros. Esa sacralidad profunda y viva aun que se muestra en la actio sacra por excelencia  y que no debe confundirse con lo sublime, con lo bello grande, como lo hace cierto neopaganismo.
Todos sabemos que es muy difícil la integración de los musulmanes a las sociedades europeas, el padre Foucauld, que misionó durante largos años en África, así lo afirma, pero si estas sociedades no detienen la estulticia de querer solucionarlo con mayor laicidad es imposible la integración.




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