25 Noviembre 2009 en Artículos Destacados
Quienes somos fundacionales del peronismo, nos sorprende ver a personajes que en la actualidad, dicen ser Peronistas. ¿Qué es, o como es, ser Peronista?…
Los que tuvimos el privilegio de estar, acompañar y formarnos al lado del Coronel Perón, en aquellos años cuarenta y cincuenta, no podemos entender esta nueva versión de lo que inicialmente, fue razón y sentido de nuestro Movimiento. Nuestra causa se basaba en un sentir patriótico, orgullosamente argentino, donde formamos aquellas legiones de hombres y mujeres que al escuchar a nuestro Líder, compenetrarnos de su proyecto, de entender que Patria es Pueblo, con libertad y pleno derecho a la dignidad que como seres humanos corresponde a todos, asumimos la responsabilidad ciudadana de sentar las bases de una Nueva Argentina.
Bastaría, a las nuevas generaciones, que se tomaran el trabajo de ir al pasado, antes del nacimiento del Peronismo, para ver cual era el estado del país. Una Argentina que estaba dominada por el poder mundial, representada localmente por una oligarquía cipaya, que orgullosamente se identificaba con la corona británica, y sentía repulsión por todo lo que encierra el sentir nacional.
Sin profundizamos nuestras observaciones sobre la Argentina actual, lo único que ha cambiado, que la oligarquía del pasado ha dejado de existir, y que en su reemplazo tenemos otra, donde tras un manto de seriedad, honestidad y responsabilidad, se han incorporado grupos o individuos carentes de toda honorabilidad, de rechazo al orgullo de ser argentinos, y obsecuentes y serviles del poder de turno que mediante el fraude, la venalidad y la corrupción, son el estamento superior del país.
La decadencia nos ha alcanzado, y es la proyección que ofrece la realidad, donde carentes de autoridad, está la Argentina a merced de un conjunto que aparentemente enfrentados en una lucha política, son los verdugos de lo que era Nación y se proponen dividir para convertirnos en repupliqueta.
Decía el General Perón, que los movimientos como el nuestro, el Peronismo, para obtener una relativa perennidad para poder ser útiles, debía seguir etapas de aglutinación con un sentido organizativo de las masas, la que supimos cumplir, pero que todo aquello que pudo organizarse se ha diluido en el tiempo mediante la acción destructiva de quienes se han instalado como “dirigentes” que careciendo de capacidad, trabajo honesto y prestigio, usan la “caja” para comprar voluntades y militancia. Nosotros, los fundacionales, lo hemos dicho y lo sostenemos, que estuvimos y estamos detrás de un hombre, que era y es el General Juan Domingo Perón. Aceptamos sus directivas, buscando poder transformarnos en lo que realmente es el Movimiento, todos detrás de una bandera y detrás de un ideal.
Lo sabíamos. Permanente era el reclamo de nuestro General Perón, de unirnos, de organizarnos y de conformar aquello que no es permanente, porque en el sentido de perennidad, los hombres pasan y las naciones suelen ser eternas.
Pero vayamos a lo que supo decirnos Perón: “Busquemos la perennidad para nuestra patria y la perennidad para nuestro Movimiento, para lo que es necesario que lo organicemos con declaraciones de principios, con doctrinas perfectamente establecidas y con cartas orgánicas que den a nuestro Movimiento la materialización orgánica que necesita. Debemos buscar, también, un alto grado de perennidad que nos prolongue a través de nuestros hijos, de nuestros nietos y de las demás generaciones.”
Podemos decir, que en su momento, cumplimos. Los fundacionales nos pusimos de acuerdo en el fondo de nuestra concepción, llevando a la masa nuestra doctrina irradiando a las masas una doctrina que fija nuestra posición, determinando nuestras ilusiones y fija objetivos que han sido nuestro esfuerzo de tratar de alcanzar.
El Peronismo, doctrinariamente quedó instalado. Entonces lo logramos mediante la persuasión y por sentimiento con lo que llegamos a las mayorías populares. Llegamos mediante la persuasión, comprendiendo y entendiendo todos que con esa mística que nos identificó siempre, lo pudimos alcanzar precisamente por persuadirnos y por eso que inflama nuestro ser, es latido en el corazón y es fuego que corre por nuestras venas que es el sentimiento amor y solidaridad.
Dentro de nuestro Movimiento Peronista, a partir de la ausencia física de nuestro Conductor, el General Perón, la acefalía ha permitido que aventureros de la política se apoderaran del partido, para convertirlo en una sociedad accionaria donde sólo se han instalado los que bien denominaba el General, como los grandes fulleros, que en la mesa de juego, con sus trampas hacen caer incautos y los llevan a la ruina. Esa es la realidad irrefutable.
Ante la falta de una dirigencia cierta, honesta, capaz, identificada y cumpliendo la voluntad mayoritaria del pueblo, se ha venido consumando, en nombre del Peronismo, una permanente y cada vez mayor traición a la patria y al pueblo. Con habilidad sinuosamente aplicada, confundiendo, engañando y burlándose de quienes depositaron su confianza y fe en los etiquetados de “compañeros o compañeras”, se ha tratado de destruir todo el sentimiento que se encierra en el verdadero Peronismo, lo que nos ha colocado en la actualidad en una disyuntiva que no permite dilación alguna. Reencontrarnos, uniendo nuestra fuerza, abriendo el camino a las nuevas generaciones y purificando la estructura Peronista, desechando a los falsos profetas que sobre su accionar avieso, son socios y participes de este proceso de desmantelamiento y desintegración.
Hemos entrado en una etapa que es definitoria. O recuperamos al Peronismo y le damos la tónica que debe tener y que se basa en los fundamentos originarios, actualizados a la realidad mundial, o por nuestra indolencia, cobardía o comodidad, aceptamos el fracaso que llevará a un oscuro y vergonzoso destino a la Nación y a la misma razón de ser un pueblo con honor y dignidad.
Cargamos con la pesada carga de frustraciones repetidas. Nos falta reacción ante el avance de quienes repudiados por las mayorías, con aquello que duele y avergüenza a todos, pretenden ser los “profetas de la salvación”. Simulan arrepentimiento, pero no están propensos a pagar sus pecados. No los guía ese sentir de ideal hacia la causa, y el amor al semejante que es sello auténtico del Peronismo, sino que persiguen una vuelta a las estructuras del fraude, la venalidad y la corrupción. Si, hay quien o quienes pueden haber tenido ciertos y limitados aciertos en su intento de ser salvadores del país, pero antes deben mostrar su arrepentimiento por el pasado que los agobia y condena, y mostrar que su reivindicación ante la sociedad la alcanzarán no buscando ser primeras figuras, sino aportando su experiencia buena, a una causa que es mejor en la actualidad, que radica en recuperar la patria, con ello salvar al hombre argentino, y juntos a nuevos hombres con probada honestidad, capacidad y militancia, hacer posible el amanecer de una Nueva Argentina.
http://www.gritoperonista.com.ar/2009/11/25/reencontrar-al-peronismo/#more-8045